EL INSTANTE PRIMORDIAL, EL NACIMIENTO DE LOS DIOSES
Al principio de los tiempos primordiales no había nada. Al principio estaba el NUN, las Aguas Primordiales. Ningún sonido, ninguna luz, solo silencio, las tinieblas y el vació. Antes de la creación, el universo se componía únicamente de las aguas cósmicas.
“Cuando el cielo no había nacido, cuando los hombres no habían nacido, cuando los dioses no habían sido alumbrados y que incluso la muerte no había nacido.”
Estas aguas eran el Nun, Padre de los dioses, ancestro de todo lo que iba a SER. El termino de Nun podría traducirse por “El NO-SER”, la nada, lo que pre-existe antes que todo y que no existe. Es el opuesto al mundo creado y organizado, es el caos y el desorden. Pero el Nun albergaba en su seno un formidable poder y contenía todos los gérmenes a la espera de la Creación.
Esta fuerza se concretaba en un ser, el también inerte e inconsciente: el Demiurgo, el uno único. Este dios creador, iba a sentir la vida moverse dentro de si mismo y esta mutación iba a provocar la separación del Nun y del Demiurgo. Habiendo tomado consciencia de la vida que se movía en él, el Demiurgo empezó a crear, moldeándose a sí mismo un cuerpo tangible. Efectivamente, al no tener ni padre ni madre, su nacimiento fue algo brutal:
“Ha venido a la Vida por si mismo, sin padre ni madre” dicen los textos.
Mientras tanto el Nun estaba relegado a la orilla del mundo y siguió siendo lo que era: un espacio inhospitalario, lleno de fuerzas dañinas que amenazaban en todo momento con perturbar el mundo organizado.
Se decía que era en el Nun que el sol se sumergía cada noche para renacer, victorioso, al alba. En efecto el Nun abrigaba la serpiente Apofis la cual quería hacer naufragar la barca solar. En el Nun acaban las almas errantes que no habían podido acceder al reino de Osiris. El equilibrio del mundo estaba pues en perpetuo peligro: el caos podía en cualquier momento volver a adueñarse del mundo organizado. Los textos eran muy claros a este respecto:
“La llanura tendrá diques, las dos extremidades del mundo se unirán y los dos márgenes se unificaran, los caminos estarán impracticables para los viajeros, las pendientes estarán destruidas para los que quieren salir”.
Veremos, más adelante, que esta posibilidad latente de una extinción del mundo, moldeará el pensamiento egipcio y que sus creencias estarán llenas de rituales, de actos y símbolos con el fin de preservar, a cada instante, este equilibrio deseado por el Demiurgo. Todas las concepciones religiosas que nacerán en Egipto se funden en un concepto único y común: la existencia de la Nada que alberga una fuerza creadora. En la regiones que van a ir adquiriendo una tras otra una importancia esencial en la historia de Egipto, los sacerdotes van a impartir y enseñar una cosmogonía particular. Así pues encontramos:
En Heliopolis: Los sacerdotes heliopolitanos, impusieron el dios Re-Atum y marcaron la diferencia en sus argumentaciones teológicas por la profundidad de sus rituales que llegaron al país entero. Fue, con diferencia la cosmogonía mas humana.
Atum:

En Menfis: El dios Ptah rivaliza con el Ré de Heliopolis. Esta cosmogonía Menfita fue la más intelectual y la más abstracta.
Ptah:

En Tebas: El dios Amón, una humilde divinidad local, fue elevado a la función de dios dinástico y es por la actividad política de sus sacerdotes que se creo la cosmogonía tebana al llevar a Amón al rango de divinidad imperial.
Amon:

En Hermopolis: el dios Tot fue promocionado como dios supremo y sus sacerdotes elaboraron una cosmogonía basada en Ogdóada, la sustancia de Tot.
Tot:

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